martes, 23 de junio de 2009

¿Por qué hay hombres empeñados en no amar a las mujeres?

Uno de mis hermanos, al que quiero con locura, me ha dicho que se va a leer Los hombres que no amaban a las mujeres. En un caso como este, teniéndole lejos para pegarle una colleja por leer mierda (sí, así, MIERDA), y deseando por un momento ser La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina para quemar ese montón de basura hoja a hoja, lo único que se me ocurre es publicar esto que me mandó hace poco mi hermana:

Fragmento de una crítica que Juan Ignacio Encabo Balbín hace este libro de que está siendo record de ventas en todo el mundo.
El que quiera entender, que entienda.

Por eso de que la gente regala libros sin saber lo que contienen ha llegado a mis manos un ejemplar de "Los hombres que no amaban a las mujeres". Y lo he leído. No se trata de sexo; se trata de actividades delictivas relacionadas con el sexo: Un padre que viola a su hija a partir de los catorce años e induce al hermano de ella a hacer lo mismo. Ambos se dedican a violar y asesinar mujeres durante una larga serie de años. Una hija que mata a su padre para evitar que la siga violando. El tutor judicial de una joven que le exige favores sexuales a cambio de dar buenos informes sobre ella. Un millonario que deja embarazada a una camarera y le envía unos matones para que la obliguen a abortar, porque ella quiere conservar a su hijo. Esos son "los hombres que no amaban a las mujeres". En teoría se trata de una denuncia de la violencia contra las mujeres; pero sólo en teoría. El protagonista, "el bueno" y "simpático", se entiende con tres mujeres a la vez y reconoce que no es un buen padre, ya que también tiene una ex-esposa y una hija a la que ve escasamente. Si los primeros practican la violencia física él realiza una especie de violencia emocional. Es sintomático que la pequeña detective "antisocial", que cree haberse enamorado de él, se retire en la última escena del libro, ya que comprende que no es eso lo que ella busca. Si la palabra "inmoral" tiene algún significado en el siglo XXI, se trata de un libro inmoral de cabo a rabo. Lo que nos horroriza en la vida no puede ser maravilloso en la literatura. Sobre el éxito de esta novela policiaca sólo cabe decir que si la sociedad come basura de alcantarilla y le sabe a fresas con nata es que tiene un problema con el sentido del gusto y que se deja engañar por el marketing editorial.


La verdad es que, Pedrulo, si en algún momento se te ocurre escribir un libro en homenaje a las mujeres maltratadas, sólo te pido que en vez de con las tripas lo escribas con la cabeza, y si quieres con el corazón. Pero que lo primero de todo pienses en esas mujeres, en cualquier mujer, en si podrían pasar de la primera página sin vomitar el desayuno.

viernes, 5 de junio de 2009

Pedrusquito

Tengo un hermano que es la monda. Y hoy cumple 24 años. Hace tres meses sólo me sacaba un año: ahora ya no me puedo meter con él.
He visto una foto que se ha hecho en Nueva York (porque es un chico de mundo), y he pensado que seguramente se la ha hecho por un motivo que quizá el que hizo la foto no entendió del todo.



Cuando éramos pequeños, en la guardería había un día que podíamos ir disfrazados. La verdad es que me daba igual que fueran carnavales o lo que quisieran: la ilusión por disfrazarnos la teníamos todo el año, y esa era una excusa perfecta. Y hubo dos años que Pedro y yo nos disfrazamos juntos, porque Ferdi ya no estaba en la guardería, y Zipi se quedó sin Zape. Así que mamá encontró el disfraz perfecto: Alicia en el país de las Maravillas y el Conejo. Tengo grabada en la cabeza la imagen de mamá haciendo el reloj, ése que Pedro agarra en Nueva York, con unas caja de quesitos (porque del Caserío me fío, ya se sabe), y poniendo orejas al verdugo blanco.
Yo iba la mar de orgullosa con la melena al viento, aunque he de decir que pesaba un poco y que la diadema pinchaba en la cabeza. Pero éramos la envidia de toda la guardería, estoy segura.



Bueno, Pedrop, yo lo que quería era felicitarte por esos 24 añazos. y sólo se me ha ocurrido buscar fotos. En realidad no sé bien qué decir, porque por ordenador es un poco extraño, pero ya te pegaré los tirones de orejas en cuanto te vea (orejas nunca nos han faltado a los Rodríguez... es parte del legado paterno)

Un beso enorme desde la Andalucía profunda. Y esta foto de regalo. Es la que más me gusta:

jueves, 4 de junio de 2009

Normalidad

Hoy ha salido el sol. Y cantaban los pájaros. Y el río seguía igual (de sucio).
Y me he mirado al espejo y sigo igual. Al volver de clase, por el puerto, soplaba la brisa. Me han llamado desde la patria chica.
He terminado el día agotada. Como cualquiera.
Pienso que el milagro más grande de nuestra vida es, precisamente, la normalidad de cada día. Y eso no significa rutina.