martes, 3 de noviembre de 2009

Lejos de Nunca Jamás

No puedo escribir.
La inspiración me ha abandonado.
La imaginación se ha escapado.
Me cruzo con ella cada día, pero no me atrevo a mirarle a la cara.
Ver sus ojos me hace llorar.
Echo de menos los días en que nos cruzábamos por el pasillo de casa, me hablaba al oído, y a veces me gritaba las ideas tan fuerte que no podía reprimir el impulso de escribir.

Pero ya no puedo. Se ha escapado.
Y tengo miedo de que no vuelva.
Creo que he crecido sin remedio.
Ya no me sorprenden las cosas, no espero ver una historia detrás de cada gesto, de cada palabra escrita en la pared.

Hace no mucho estaba rodeada de miradas infantiles, gente pequeñita con un universo dentro, que daban sentido a este blog, a cada una de mis libretas, y que me empujaban a escribir porque todo lo que vivíamos tenía tintes de aventura.
Ahora ya no vivo aventuras, al menos tan apasionantes como aquellas.

He crecido y no sé si voy a ser capaz de volver a hacerme pequeña.

Pipa. Pipas

Mi papá fumaba pipa.
¡Cómo me gustaba la pipa de mi papá!