martes, 20 de septiembre de 2011

Las cosas de mamá

Cuando mamá pinta un cuadro huele... a los cuadros de mamá. Titanlux, papel, retales. No es como la cola de conejo; es diferente. Y en cierto modo, más agradable. Quizá porque no todos los días hay un lienzo en blanco sobre la mesa del comedor. Siempre hay telas pintadas y muy sucias, con rotos que el tiempo ha ido haciendo en caras olvidadas.
Los cuadros de mamá huelen distinto. Huelen a aventuras. A letras que comienzan cuentos, a músicas que hacen bailar. A colores imposibles que tienen vida propia. Son telas que visten de modernidad rostros antiguos. Son anuncios con banda sonora propia. Son violines y guitarras, floreros en un sombrero mejicano.
Los cuadros de mamá no son raros. Son mapas del tesoro, historias sin final para que cada uno pueda inventar el suyo.



Digresor, esto es lo que hacen tus fotos...

miércoles, 27 de julio de 2011

Amarillo

Volvería a orillas del Guadalquivir un día tras otro sólo para comprobar que a veces el cielo puede ser amarillo.

martes, 21 de junio de 2011

Calcetines

Lo digo en serio – siguió él-. Cuando yo era pequeño, Suecia era todavía un país en el que uno se zurcía sus calcetines. Yo aprendí incluso en la escuela cómo se hacía. Luego, un día, de pronto, se terminó. Los calcetines rotos se tiraban. Nadie remendaba sus viejos calcetines. Toda la sociedad se transformó. Gastar y tirar fue la única regla que abarcaba de verdad a todo el mundo. Seguro que había quienes se empecinaban en remendar sus calcetines, pero a esos ni se les veía ni se les oía. Mientras este cambio se limitó sólo a los calcetines, quizá no tuviera mucha importancia. Pero se fue extendiendo. A final se convirtió en una especie de moral, invisible, pero siempre presente. Yo creo que eso cambió nuestro concepto de lo bueno y lo malo, de lo que se podía y lo que no se podía hacer a otras personas. Todo se ha vuelto mucho más duro. Hay cada vez más personas, especialmente jóvenes como tú, que se sienten innecesarias o incluso indeseadas en su propio país. Y ¿cómo reaccionan? Pues con agresividad y desprecio. Lo más terrible es que, además, creo que estamos sólo al principio de algo que va a empeorar todavía más. Está creciendo una generación ahora, los que son más jóvenes que tú, que van a reaccionar con más violencia aún. Y ellos no tienen el menor recuerdo de que, en realidad, hubo un tiempo en que uno se remendaba los calcetines. Un tiempo en el que no se usaban y tiraban los calcetines ni las personas.
“La quinta mujer” Henning Mankell


Y aquí sigo, aunque no lo parezca, colgando palabras de vez en cuando, y aprendiendo a remendar calcetines.

viernes, 15 de abril de 2011

DIENTES DE LECHE

Escribí esto hace poco, la última vez que vi a mi abuela.

Hoy se me ha caído el último diente de leche. En realidad, me lo ha quitado papá con su pañuelo, mientras leía el periódico, y como siempre, me ha engañado diciéndome que todavía no estaba flojo. Pero tengo el hueco.
Estoy como loca, buscando un papel bonito. No me sirve uno cualquiera, y Pedro pretendía darme uno arrancado del cuaderno: éste es un diente especial.
Encuentro uno precioso, al lado del radiador, donde los guarda mamá. Con mi mejor letra pongo la fecha de hoy y debajo mi nombre, como está mandado.
Envuelvo el colmillo, con mucho cuidado para que no se parta ni un poquito.
Ahora viene lo más difícil: se lo tengo que mandar a la abuela, que es la cliente número 1. Pero hay un problema.
No sé cuál es la dirección del Cielo.


Pienso en la abuela y me sale esto. Pienso en cuando se muera, y sólo me sale llorar de pena, y pedirle al Señor que no sufra, porque con 98 años ya le ha dado la vida para sufrir. No sé cuándo se irá, pero estoy segura de que hará un viaje sin paradas, directo al Cielo, y que allí le comprará sus dientes de leche al Niño cuando se le empiecen a caer, y hará flan de huevo el día del Santo de la Virgen y de san José, y les leerá a los ángeles nuestros cuentos con su lupa colgada del cuello. Le enseñará a María a hacer filloas, porque sino la Nochebuena no es lo mismo, y le dirá a Santiago el mejor modo de hacer licor café. No se olvidará de ningún cumpleaños, ni de los santos, ni siquiera de felicitar a Isabel, que la pobre, siendo la madre del Bautista, no sale en ningún santoral. Presumirá de bisnietos, como siempre, y cuando vaya a nacer alguno, se asegurará de que tenga sus cinco deditos en cada mano y en cada pie.