viernes, 12 de marzo de 2010

Digresor

No he escrito esta semana porque he estado atareada cumpliendo años. Pero como dice Inés, el plazo de una semana sigue abierto hasta que se cumplan 7 días.

La verdad es que tenía la esperanza de que Pedro me dedicara una de sus magníficas entradas en la azotea, con enlace y todo. Pero no. Va a ser que no.

Eh! Y no me quejo... lo que pasa es que echo de menos subir de vez en cuando y echar un vistazo mirando con sus ojos.
Sólo espero que no haya llegado ya el prólogo.

martes, 2 de marzo de 2010

escribir (así, con minúscula)

Me he propuesto escribir cada semana, aunque no tenga demasiado que contar. Así que aquí estoy, dispuesta a poner algo de interés, por lo menos para mí.
Lo que voy a poner ahora es un artículo del Semanal que me dio alguien cuando empecé a escribir, mucho antes de publicar la primera entrada de esta locura que llamo blog.
Creo que lo recortó pensando en mí, porque de vez en cuando le pasaba textos para que me diera su opinión, y siempre le decía que como alguien se enterara de que escribía le cortaría la nariz (su nariz es algo muy preciado para ella, así que era una buena amenaza).
Casi todas las páginas que le dí hablaban de cosas corrientes, que me habían pasado y que iban dejando huella dentro de mí. Sólo he publicado unas cuantas en el blog, porque el resto son casi chiquilladas que no me atrevo a publicar en ningún sitio.
El artículo que va a continuación creo que a ella le recordó mi entrada de caprichos infantiloides, el trabajo que me pidió una profesora de literatura.



EL ACTOR DEL ESCRIBIR (EL LECTOR)

«Hay dos tipos de escritores: unos hacen pensar, y otros hacen soñar», dice Brian Aldiss, que durante mucho tiempo me hizo soñar con sus libros de ciencia ficción. Pensando en su frase y en mi oficio, resolví escribir unas columnas sobre el tema. Me parece, en principio, que todos los seres humanos de este planeta tienen por lo menos una buena historia que contar a sus semejantes. Recojo a continuación mis reflexiones sobre algunos elementos importantes en el proceso de creación de un texto.

El lector

Todo escritor debe ser, antes que nada, un buen lector. Quien se aferra a los libros académicos y no lee lo que escriben los demás (y no me refiero sólo a libros, sino también a blogs, columnas de periódicos, etcétera), nunca llegará a conocer sus propias cualidades y defectos.

Por lo tanto, antes de comenzar cualquier cosa, debes buscar a personas interesadas en compartir sus experiencias mediante la palabra.

Yo no digo: «Acércate a otros escritores», sino encuentra a personas con diferentes habilidades, porque escribir no se diferencia de cualquier actividad realizada con entusiasmo.

Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a las que todos miran, deslumbrados, y afirman: «Es el mejor». Muy al contrario: es gente que no tiene miedo de equivocarse y que, por eso mismo, se equivoca. Por la misma razón, no siempre se reconoce su trabajo. Pero éstas son las personas que transforman el mundo, y que, después de muchos errores, logran algún acierto que revoluciona para bien la vida de su comunidad.

Son personas que no consiguen estarse de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo: van decidiendo a medida que actúan, incluso sabiendo que eso puede ser muy arriesgado.

Convivir con este tipo de personas es importante para un escritor, porque éste debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí mismo: «Mientras escribía, recorrí un largo camino, y ahora concluyo este párrafo con la conciencia de que arriesgué lo necesario y di lo mejor de mí mismo». Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso, mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros (pues raramente se produce el encuentro entre el lector y el escritor), has de creer en tu intuición y no prestar oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los otros con el modelo de sus propias limitaciones y, a veces, la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y miedos.

Únete a los que nunca dijeron: «Hasta aquí he llegado, no puedo seguir». Porque de la misma manera que al invierno lo sigue la primavera, nada puede parar: tras alcanzar el objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el trayecto.

Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan de la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, e impide siempre que las personas se dejen paralizar por la depresión, por la soledad y por las dificultades.

Y cuenta tu historia, aunque sólo sea para que la lea tu familia.


Creo que ése es en el fondo el sentido de este blog...