jueves, 18 de diciembre de 2008

La gente se va enterando....

de qué va esto de la Navidad. He visto muchos "reposteros" con imágenes del Niño Jesús y del Portal de Belén, y sólo un papá noel colgado de una ventana. Sería de alguna andaluza poco enterada: ese gordo vestido de rojo no existe. Y los renos no vuelan.
¡Que viva la Navidad y los Reyes Magos de Oriente!

viernes, 12 de diciembre de 2008

De lapiceros y otros asuntos.

Alguien que sabe de lápices hoy me ha echado un piropo de los grandes: este, mi blog, le "ha parecido un micromundo muy interesantísimo, sobre todo por su alegre curiosidad".
Estoy oc-nubilada. No sé qué decir.
Vivan los lápices afilados... Hay que vivil'lo!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Palabras eficaces

No diré que por primera vez, pero sí de manera extraordinaria, mis hermanos me han hecho caso. Nadie comenta en mi blog.
Dije que me daba vergüenza, pero no hay que pasarse, señores.

jueves, 16 de octubre de 2008

TARTAS DE MANZANA

Otro de los recuerdos infantiloides que tengo es de una tarta de manzana: la hice con mi hermano mayor.
La situación era la siguiente: colgada en julio en Madrid, mis hermanas en Javea con una amiga, mis padres en Sevilla y mis amigas en el pueblo (desventajas de no tener pueblo: en julio te quedas colgada en Madrid). A mis 15 añitos, me quedé de pequeña en casa (algo que no me pasaba desde hacía mucho tiempo), y por falta de costumbre me aburría como una ostra.
Pero tengo un hermano mayor que es la repera, y se dedicó a entretenerme durante dos semanas. Tengo grabado el día que me dejó ver “Arma letal” y luego me enseñó a hacer tarta de manzana.
Nos cargamos una de las fuentes Pirex redondas, pero la tarta sabía a gloria.

Ese día, por esa y por otras razones, fue el más importante de mi vida.

Y papá y mamá volvieron esa noche de Sevilla, las pequeñas de Javea, y a mí se me acabaron las películas de mayores y las tartas de manzana.

Vivan los hermanos mayores.

miércoles, 8 de octubre de 2008

De piscinas y otras cosas

Pedro ha escrito algo que me ha hecho pensar...
A veces lo mejor es tirarse a la piscina, que casi nunca está vacía. No vemos lo que hay en el fondo, pero eso, bienvenidos al mundo, es imposible. Como decía la vieja canción "se hace camino al andar", o se llena la piscina a medida que uno se sumerje. El agua sólo se ve clara cuando se está dentro.
Me he puesto filósofa. Será la edad. O el haber pasado por lo mismo hace unos años.
Cuando te lances, avísame. Pero no esperes demasiado.

viernes, 3 de octubre de 2008

Piratas

¿Qué harías si de pronto aparece en la puerta del colegio un pirata?¿ Y si ese pirata pregunta por ti?
A mí me ha pasado.
Cantaba "ron, ron, la botella de ron" con una voz ronca, dura... como si llevara toda una vida gritando "¡Desplegad las velas!¡Smith, todo a babor!¡Alcanzaremos a esos malditos ingleses antes de que puedan decir "viva la Reina"!"
Pues un personaje así apareció en la puerta del colegio. Agarré fuerte a mis hermanas pequeñas y avancé.
Todo el mundo nos miraba con la boca abierta. Le miraban a él. Y no entendían por qué podía alguien así preguntar por nosotras.
Al principio me asusté un poco: la cojera tan pronunciada del pirata me daba miedo, y no sabía de qué más sería capaz.
Seguí avanzando... y pasé de largo.
Creo que eso le desconcertó, porque tardó un poco en seguirnos, corriendo tanto como le permitía su cojera.
Nos alcanzó cerca y me agarró por el hombro.
"Pero Pilar, ¿por qué no me esperas?"
"Mira Ferdi, es que me da mucha vergüenza. Además, mamá no quiere que lleguemos tarde a casa. Así que date prisa."
Creo que en ese momento se le curó la cojera.



miércoles, 1 de octubre de 2008

Palabras con retraso

Felicidades a Lucas, Alex y Nico. Por el 29.
Aunque sea con retraso, vale, ¿no?

domingo, 21 de septiembre de 2008

Vuelven las palabras

Tengo un hermano. Bueno... tengo diez. Y no les veo casi, pero me acuerdo de ellos varias veces al día. Y con orgullo, por supuesto.
Algunos tienen blog. Uno de ellos ha montado un lobby. Y el objetivo soy yo.
Quiere que escriba sobre caprichos infantiloides. La verdad es que esas cosas no salen solas, Alex. Como muestra, la famosa revista "Sixty", en la que escribí completamente engañada un artículo a doble página (por cierto, si alguien lo tiene, me lo pase, que no lo tengo y me encantaría...) que me costó dos semanas.
Y me da vergüenza, claro que sí, sobre todo si me dicen cosas como que mis palabras "germinan como la semilla que en ti ya florece como este hermoso pasaje vivencial que describes". Eso me pone colorada como un tomate, ¿pero a quién no?
El que quiera que comente, viva la libertad. Ya cortaré las coñitas "tipo Lucas", que luego pasa lo que pasa.
Gracias a todos.
Por cierto, me encanta la foto de tu blog, Alex. Parece hasta que hablábamos y todo.

lunes, 2 de junio de 2008

Palabras... saladas

"Me consuela pensar que las bestias no lloran; lloran los hombres..."

...

"No me olvides que a veces hace falta tener al lado caras sonrientes"

S.J.E

miércoles, 21 de mayo de 2008

Miedo

Hoy he visto una paloma que andaba para atrás. Creo que nunca había visto una.
Me ha dado pena, porque en realidad tenía miedo de saltar una soga que había tirada en el suelo. Se le olvidó que tenía alas, que podía volar... y se quedó mirando ese trozo de cuerda pegado al suelo, mientras andaba hacia atrás, huyendo de algo tan insignificante.
Pensé que a veces nos quedamos bloqueados por cosas tan pequeñas, y se nos olvida pensar que tenemos alas para volar... como las águilas!

lunes, 19 de mayo de 2008

Palabras finales

Me está dando vergüenza el comentario que han puesto en "palabras pintadas".
Me he propuesto dejar de escribir en este blog a partir del verano; prefiero las libretas, que no las lee nadie.
Desde Digresión pueden decir lo que quieran, pero paso de mantener esto. Por mucho que no vean mi cara, a mí me da vergüenza.
No soy poeta, ni pretendo serlo; escribo porque me da la gana.

lunes, 28 de abril de 2008

Caprichos infantiloides

Este post fue el primero de este blog, pero como ya expliqué, me cortaron el punto y lo borré.
Lo vuelvo a poner, con retoques, para que nadie me salga con bromitas.

Pensando anoche en el “capricho infantiloide” de que habla Andrés Ibáñez como imprescindible para escribir una obra maestra, se me vino a la cabeza una foto. Es una foto de cuando tenía unos cuatro años. Pensé que, aunque haya que escribir de lo cotidiano, del asombro ante lo cotidiano, iba a escribir sobre esa foto.
Es verdad que en mi día a día hay cosas que me sorprenden, y mucho: a veces me encuentro pensando a quién se le habrá ocurrido escribir la palabra “cachivache” en un muro de López de Gomara, o si en las oficinas de una empresa de ascensores existen escaleras. Hay dos horas en mi día que paso sentada en un autobús, y siempre he pensado que es mejor mirar por la ventanilla que escuchar las conversaciones de la gente (que no sé por qué, sólo hablan de desgracias cuando van en el autobús, o del cansancio, o de lo horrible del Tussam). Y mirando Sevilla se pueden descubrir muchas cosas. Por ejemplo que a la gente le gusta demostrar que sabe en qué época estamos colgando cosas representativas en su ventana; si es Navidad, un “Papá Noel” (menos mal que el gordo borracho se ha pasado de moda y ahora cuelgan lo que va, un Niño Jesús), si llega la Semana Santa ponen una palma, y ahora que se acerca la Feria hay quien cuelga un mantoncillo de su reja.
Pero ayer pensé en esa foto. Y para una persona que no supiera la historia podría no tener nada de especial. Pero para los que salimos en ella sí lo tiene.
El único fastidio con el que me he cruzado por tener diez hermanos y unos padres artistas es que nunca he sabido utilizar la palabra “aburrimiento”. De hecho, hasta hace poco no sabía si se escribía con ‘b’ o con ‘v’. Y es que si no había nada que hacer en casa (cosa rara, por otra parte), en seguida papá montaba un concurso de pintura. Pero ese día fue distinto, y creo que no se me olvidará nunca.
Teníamos en casa dos colchonetas cuadradas, muy gordas, que según el momento eran un ring de boxeo, una mesa para dar de comer a los muñecos, una cama por si venía una amiga a dormir, el salvavidas cuando nos lanzábamos desde la última litera, la piscina de las muñecas (por aquello del color azul) o los panes de un sándwich de hermano a la plancha. Esto también tiene que ver con el extrañamiento de los niños, porque hay cosas que sólo ellos pueden ver. Es algo así como la película de “Hook”, cuando llega la hora de la comida: un adulto no ve nada, pero un niño es capaz de hacer una guerra de comida tal, que si su madre estuviera presente le habría castigado a fregar, por lo menos durante una semana, la pared de la cocina.
Pero vuelvo: Siempre he sido la original entre mis amigas porque, además de tener diez hermanos, en mi casa no hay coche. Y si lo hubiera habido no habríamos entrado todos, así que era absurdo el planteárselo.
El día que papá hizo esa foto las colchonetas se convirtieron en un coche; en un fantástico coche en el que cabíamos todos.
El procedimiento fue sencillo, porque habíamos visto muchos: colocamos cuatro sillas, pusimos encima las colchonetas, en la espalda de cada uno un cojín y nos montamos, entrando por la puerta, por supuesto. Fernando iba a ser el conductor, aunque no tenía carné todavía, así que fue a la cocina, cogió su plato (el verde, no otro) y un lápiz del bote y se sentó. Nos pusimos el cinturón y arrancamos. Por aquel entonces no teníamos sillita homologada, así que me senté de copiloto y cogí a mi muñeca en brazos para que no se cayera del asiento de atrás. Nos divertimos mucho montándolo, pero aún más conduciéndolo, por lo que tenía de extraordinario en nuestra vida.
Llamamos a papá y mamá para que dieran una vuelta con nosotros, pero es que no habíamos calculado bien y ya no había hueco.
Creo que mi padre cogió la cámara porque entiende que hay cosas que sólo ven los niños y que sólo a criaturitas de hasta metro y medio les hacen ilusión. Inmortalizó ese momento con una foto, pero no habría hecho falta, porque igual que un niño no olvida el día en que hizo una guerra de comida (del castigo ni se acuerda, porque sería como todos), tampoco puede olvidar el día en que montó por primera vez en su propio coche.

lunes, 14 de abril de 2008

Cajones de palabras

Porque hay palabras que te dejan frío, frases que te hacen llorar, preguntas que nadie contesta, respuestas que nunca llegan.
Palabras que guardas con cariño, preguntas que ayer dolieron y hoy agradeces, palabras que cambiaron tu vida; frases que, aún hoy, hacen que sigas adelante.

martes, 1 de abril de 2008

Palabras pintadas

¡Mira!¡Mira! En la blanca pared
apareció una mano humana,
que escribió y escribió en la blanca pared
letras de fuego antes de desaparecer

(Heinrich Heine, Baltasar)

Parece que existe una necesidad, universal diría yo, de decir lo que sentimos. Y también parece universal la necesidad de grabarlo sobre piedra, de que lo que decimos no muera en el aire. En vez de "dígaselo con flores", debería ser "escríbaselo en un muro". Y si no, vayan a Altamira.
Hay varios tipos de escritores callejeros que provocan -al menos en mí-, diferentes sentimientos: el que escribe un nombre, siempre el mismo, compulsivamente; en distintos tipos y colores, pero siempre el mismo. Ése me da pena, si es que el nombre que escribe es el suyo, porque no tiene nadie en quien pensar más que en sí mismo. Pero quizá el nombre que escribe es el de otra persona, que le roba el sueño, la voluntad y hasta la cordura; si es así, es emocionante.
Luego está el que quiere hacer la vida agradable a los demás; ¿o qué otro sentido puede tener escribir la palabra "cachivache" en una pared? Es alguien que descubrió una palabra bonita, incluso graciosa, y quiere que el que tenga tiempo para mirar por la ventanilla del autobús, se entretenga recordando todas las palabras que alguna vez le hicieron sonreír.
Pero la pintada que más me gusta es diferente: está en la calle donde vivo, y ahora es un secreto, porque han intentado borrarla. No tiene nombres, ni firma. Son sólo dos palabras que hablan por sí mismas, que dicen algo muy grande.
Cada vez que paso por allí sonrío, porque siempre me parecieron escritas para mí. El primer día que lo leí me impactó, quizá porque era lo que necesitaba.
Y pienso en quien lo escribió; en si sabrá algún día lo que escribo yo sobre sus dos palabras; en si habrá cumplido su promesa.

Estanterías


Las estanterías, muy altas, se curvan
bajo mil almas durmientes.
Silencio, preñado de esperanza...
Cada vez que abro un libro,
se despierta un alma.


(Xi Chuan, Libros)

martes, 11 de marzo de 2008

Cometas en el cielo

Hoy he terminado de leer este libro. En uno de los últimos capítulos he llegado a la conclusión de que todo el libro habla de la redención de una culpa; que el protagonista no encuentra la manera de olvidar el pasado porque antes tiene que lograr el perdón; y que la redención llega, curiosamente, por medio del sufrimiento. Es algo que ni el mismo protagonista se espera, porque su culpa es, precisamente, el querer huir del dolor.
Me ha hecho pensar.
Porque a veces pasa que quieres huir porque no eres feliz.
Pero normalmente no eres feliz porque huyes.

RETOS

El otro día, mi padre sugirió un tema para que uno de mis hermanos escribiera un post. Él salió por la tangente y un gracioso propuso un duelo a dos bandas.
El problema es que no me acuerdo del tema.

lunes, 3 de marzo de 2008

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Imagínate por un momento, que te dan una frase. Y con esa frase tienes que construir un cuento. De hecho, esa frase tiene que cerrar el cuento.
Bueno, pues a mí me dieron ésta en octubre, y en seguida mi cabeza empezó a trabajar. Tardé dos días en acabarlo.
Mamá había dicho que no pasaba nada, y a pesar de todo, seguía teniendo miedo. El miedo es algo que cuando eres pequeño no lo puedes evitar. A veces conviene disimularlo, sobre todo en la Escuela, y también con Iván, porque si descubre que tengo miedo seguro que me pega.

Cada noche, cuando llega el momento de irme a la cama, le pido a Mamá quedarme un ratito. A lo mejor piensa que es un capricho, o quizá que me da pereza lavarme los dientes; la verdad es que me da miedo mi Cuarto.
Puede parecer una tontería, porque mi Cuarto ha sido mío de toda la vida. Pero de un tiempo a esta parte he ido notando cómo mi Cuarto dejaba de ser sólo mío. Creo que hay Alguien que duerme debajo de mi Cama. Digo “duerme” porque, aunque nunca lo he visto salir, por las mañanas, cuando me voy a la Escuela, ya no está, y por las tardes juego en mi cuarto, y no me lo he encontrado nunca. Y además, he oído sus ronquidos.

Cada tarde dejo siempre todo muy ordenado para poder entrar en mi Cuarto con los ojos cerrados, y lo más deprisa posible para alcanzar mi Cama cuanto antes. Creo que mi Cama es especial, o la debió hacer alguien especial, porque cuando estoy dentro y me tapo hasta arriba con las sábanas, sin que quede un pelo fuera, es imposible que me pase nada, y entonces Elquevivedebajodemicama sale sin hacerme daño.

Esta noche hacía mucho calor, y aún así me cubrí hasta la coronilla con las sábanas. Pero después de un rato no aguantaba más: estaba sudando mucho, así que poco a poco empecé a salir de debajo de la sábana: primero el pelo, luego la frente. Entonces esperé un rato para sacar por fin los ojos, porque me daba miedo ver a Elquevivedebajodemicama, pero al fin me decidí. Sin moverme ni un milímetro miré alrededor y entonces saqué la nariz: por fin podía respirar aire un poco más fresquito, y estuve un rato así, estirando la punta de la nariz para respirar mejor. Cuando acababa de sacar también la boca oí un resoplido debajo de mi Cama. Por supuesto no hice ningún movimiento, porque no sabía el tamaño de Elquevivedebajodemicama.
Estuve así un rato -nunca sé cuánto, porque no tengo reloj todavía. Papá dice que los relojes son de mayor, así que hasta que no cumpla 10 no voy a tener uno; pero entonces sí, porque 10 son dos manos completas, y eso es mucho- y por fin decidí que tenía que cambiar: tener miedo no es algo para toda la vida, como ser alto o gordo; tener miedo se puede cambiar. No sé si es buena idea, pero esta noche he decidido dejar de tener miedo.
Así que me puse manos a la obra: lo primero era salir de la cama, y hacerlo sin que Elquevivedebajodemicama se enterara de que yo estaba ENCIMA de la Cama.
Empecé por la barbilla, donde lo había dejado, y así, poco a poco, fui hasta los pies. Cuando ya toda la sábana estaba al final de la Cama, esperé a ver si pasaba algo. Y entonces oí que Alguien lloraba.
Me pasa algo curioso cuando veo llorar a alguna persona, por ejemplo a Lucas; tengo ganas de llorar yo también, sobre todo si no sé qué le pasa y no puedo consolarle. Así que hago lo único que sé hacer: darle la mano y sentarme a su lado, mirándole en silencio. Y pensé que tenía que hacer lo mismo. Mamá dice que cuando llora un niño pequeño lloran los ángeles. Cuando yo he llorado no lo he visto (a lo mejor porque cuando uno está llorando no se fija en lo demás), pero sé que no es agradable eso de llorar.
“¿Y si Elquevivedebajodemicama es un niño pequeño? A lo mejor llora porque no hay nadie que le consuele. Y si está debajo de mi Cama le tendré que consolar yo, para eso es mi Cama”. Todo esto pensé quieto, con las sábanas a mis pies. Y también que a lo mejor era mentira, que Elquevivedebajodemicama me quería engañar para comerme, o que a lo mejor era un monstruo que me quería matar.
Pero había decidido ser valiente, ¿no? Y los valientes no tienen miedo a morirse, ni a que les coma un monstruo. Y me senté. Entonces fue irremediable que me oyera, pero siguió llorando bajito. Salté de la Cama (total, ya me había oído) y miré debajo.
No era muy grande, pero lloraba mucho, y eran lágrimas de verdad. Y cuando alguien llora de verdad a mí me da mucha pena. Sabía que no me iba a hacer daño porque yo no tenía la culpa de que llorase. Intenté pensar qué le podía poner tan triste, y me di cuenta de que estaba solo; no tenía mamá, ni papá, ni un amigo: no había nadie más debajo de mi Cama.
A lo mejor lloraba por eso. Y pensé que cuando yo estoy triste se me pasa si alguien me acaricia o me abraza fuerte. Así que hice lo mismo. Le abracé como pude y le daba palmaditas en la espalda, como he visto que hace mamá con Lucas cuando llora.
Poco a poco se calmó, y sin salir de debajo de mi Cama me miró y sonrió. Me había agarrado de la mano, y estuvimos así mucho tiempo, tanto, que me dormí.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Y nada de "lagrimitas" ni de bromas, que os conozco.

sábado, 1 de marzo de 2008

Punto

Me han cortado el punto.
Ése es el motivo por el que ha cambiado mi blog. El primer comentario que me llegó (no esperado, por otra parte), no supe cómo tomármelo. O mejor: me lo tomé bastante mal. Tanto, que le di al botón "suprimir blog".
Acto seguido miré cómo iban las cosas en la azotea, y me encontré esto
Y pensé: mejor que te tomes al pie de la letra tu cabecera: porque me da la gana.
Por eso he vuelto.

viernes, 29 de febrero de 2008

Hoy empiezo

He creado este blog porque el profesor de redacción lo ha pedido en clase.
No hay mucho más que decir: pongo lo que quiero y porque quiero.
Y no pongo todo lo que escribo.