Los cuadros de mamá huelen distinto. Huelen a aventuras. A letras que comienzan cuentos, a músicas que hacen bailar. A colores imposibles que tienen vida propia. Son telas que visten de modernidad rostros antiguos. Son anuncios con banda sonora propia. Son violines y guitarras, floreros en un sombrero mejicano.
Los cuadros de mamá no son raros. Son mapas del tesoro, historias sin final para que cada uno pueda inventar el suyo.

Digresor, esto es lo que hacen tus fotos...