viernes, 5 de febrero de 2016

Sólo cuando el amor es excesivo es suficiente

Nadie dijo que querer fuera sencillo.
Nunca han prometido un amor fácil. Y si lo hicieron, mienten. Mienten en el amor. O en lo fácil. Y probablemente en las dos cosas.

Amar es... complicadamente  sencillo. Enrevesadamente fácil.

Es saber mirarse.
Así, mirarse.
Y contemplar.  Porque sobran palabras.
Es conversaciones de horas, en las que falta tiempo para hablar todo lo que queremos.
Amar a veces es desaparecer. Desaparecer dejando el corazón con el amado.
Es saber, con certeza absoluta, que aunque no da señales de vida, y parece que me tiene abandonada, yo soy la dueña de sus pensamientos, de sus sueños.  Y de su corazón. Que no se va a ir a ningún sitio sin el mío.
Amar es callar para hablar cuando me necesitan.
Amar es morir por dentro cada día para amar mejor. Y vivir.
Amar es no sentir nada. Nada en absoluto. Y aún así, seguir amando.
Amar es llorar. Y reír. Y cantar. Y tirarse de los pelos.
Amar es enfadarse. Porque no somos perfectos.
Amar es sentir dolor en el corazón. Dolor real . Dolor físico. Y aún así, sonreír.
Amar es ir de la mano.
Amar es ver que te acompaña, aunque sea de lejos.
Amar es procurar andar a su paso. O pedirle que frene.
Amar es un paseo. Compartir paraguas. Empaparse porque no hay más remedio.


Amar es rematadamente complicado.
Amar es aprender a vivir.

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